Los niños dictan al maestro
Cuando los niños dictan al maestro, delegan el trazado de la
escritura, pero se hacen responsables de la composición del texto.
Es decir se posicionan como dictantes de un texto pensado por ellos y
materializado por la mano del maestro. El dictado al maestro permite
abordar textos de variada extensión y complejidad: una recomendación
de libros de literatura, una nota de enciclopedia, un cuento creado
entre todos, una carta solicitándole al municipio que repare los
juegos de la plaza, entre otros.
En esta situación el docente muestra a los niños el acto de
escritura y comparte con ellos los problemas que se enfrenta todo
aquel que escribe: explicitar el propósito del texto y el o los
destinatarios (avisarles a los nenes del turno tarde que “ya
regamos las plantitas del cantero”); planificar qué se va a
escribir y en qué orden (primero los saludamos, después les
avisamos, después ponemos quién lo escribió para que sepan);
releerá para controlar que eso que se escribió resulta comunicable
(nos entenderán así); hacer consultas durante la producción para
asegurarse que el texto contenga lo previsto y de la forma más
parecida a los textos que circulan socialmente; revisar lo escrito;
pasarlo en limpio, decidir sobre que soporte lo escribirán (en el
pizarrón, en un papel, como una carta dentro de un sobre, en un
correo electrónico....).
En ocasiones, algunos textos pueden combinar partes
escritas por dictado al docente con escritura de los niños, solos o
en parejas. Por ejemplo pueden intercalar producciones propias
completando la lista de elementos para una experiencia, escribiendo
su nombre en una carta o invitación, escribiendo el título del
cuento creado, entre otras. Al docente le permite asumir el rol de
lector y escritor y, a su vez, el de mediador para que los niños
puedan leer y escribir a través de él.
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